domingo, 16 de agosto de 2015

SANTORAL...


San Roque de Montpellier, peregrino. 13, 16 y 18 de agosto.


De San Roque hay algunos datos históricos, pero lo más que se sabe es por tradición oral, aunque de existir, existió, eso no tiene duda. Así que ni es un mito celta, ni una antigua divinidad pagana reconvertida. Estos pocos datos afirman que nació en 1350 (no en 1295, como se decía antes) y nació en una familia de clase media. Desde su nacimiento tenía un curioso lunar en forma de cruz que, típico de los tiempos, fue tomado como una señal divina. 

Muy joven, Roque perdió a sus padres y decidió hacerse peregrino y atender a los necesitados, por lo que dio todo su dinero a los pobres y confió a su tío administrar sus bienes en beneficio de estos. Se dirigió a Roma, pero deteniéndose en cada sitio que podía cuidar enfermos e inválidos. En Roma estuvo tres años y, de regreso a su casa, pasando un tiempo en Piacenza, atendiendo a los enfermos, quedó contagiado de la peste.

Desalojado de la ciudad, donde tanto bien había hecho, se refugió en un bosque, esperando morir. Alli, día tras día, un perro le llevaba un trozo de pan; el dueño del perro, que no era hombre piadoso ni siquiera una buena persona, quedó admirado por semejante hecho y se convirtió, arregló sus asuntos y cambió de vida. Contra todo pronóstico, Roque sanó de la peste, se dirigió a su tierra, que estaba en ese momento en guerra. No fue reconocido, sino tomado por un espía, y sin juicio alguno lo enviaron a la cárcel, y según la historia estuvo entre 5 y 8 años entre rejas, donde murió. La leyenda dice que, al ser preparado su cadáver, su abuela lo reconoció por el lunar. 

Esto es la historia, pero como siempre… hay una leyenda creada posteriormente y que busca florear la vida del santo, hacerla más vistosa: Roque era hijo de Juan y Libera, príncipes de Montpellier y descendiente de la Casa Real francesa. Sus padres no podían tener hijos y rogaron a la Virgen María les concediera un hijo. Nacido este (con lunar incluido), le llamaron Roque. El niño se abstenía del pecho de su madre dos días a la semana, para ayunar. A los siete años ya hacía todo tipo de obras piadosas y caritativas. Entonces su padre cayó enfermo y le dijo: “Roque, me estoy muriendo. Como legado te dejo cuatro cosas; la primera, servir a nuestro Señor Jesús; la segunda, servir siempre a los pobres; la tercera, te nombro dueño de mi propiedad y bienes, que deberás emplear en beneficio de los pobres; la cuarta, que siempre haya en tus casas, espacio para pobres, enfermos y huérfanos”.

Cuando Roque tenía 20 años, su madre murió y él se dedicó a visitar las casas de los pobres, a ayudar a enfermos y necesitados de palabra y obra. A las chicas pobres les dotaba para que pudieran casarse, en fin, que todo lo que su padre le había dejado lo dio a los pobres. Cuando consideró que había cumplido a su padre, decidió llevar vida de peregrino. Después de un largo viaje por varias regiones, llegó finalmente a Roma, que estaba llena de apestados. Obtuvo alojamiento en el palacio de un cardenal que, al poco tiempo, también cayó enfermo, pero Roque lo sanó haciéndole la señal de la cruz.

Permaneció tres años con el cardenal, dedicado a los enfermos y los pobres, sin revelar su origen noble. Cuando el cardenal murió, se fue a Piacenza, pues había oído decir la peste hacía estragos allí. Se llegó al hospital donde pasó mucho tiempo acogiendo pobres, hasta que un día tiene la visión de un ángel que le dice: "Roque, levántate y prepárate a sufrir tu propia llaga”. En ese momento se dio cuenta de que había enfermado de peste, por lo que fue arrojado por los mismos que hasta hacía poco atendía. Algunos protestaron, pero el dueño del hospital mintió: "El peregrino enfermó de la peste y se fue en contra de nuestra voluntad”.

Algunos lo buscaron, temerosos que Dios les castigara con más plagas, por arrojar a un hombre tan bueno, pero no le hallaron. Roque se fue a un bosque, donde se hizo una choza. Por un milagro, de la tierra brotó una fuente que le daba agua. A los pocos días apareció el perro con el pan en la boca, y el ya conocido dueño, llamado Gottard que le persigue y halla a Roque, que le dice: "amigo, aléjate de mí, porque tengo la plaga”. El joven se va, pero regresa impactado si no debía hacer lo mismo él, que es cristiano, mientras su perro es un animal. Roque le contestó que aunque cumpliera los mandamientos, que dejara todo, se hiciera pobre con los pobres, salvaría su alma y ocurriría un milagro. Así fue, Gottard lo dejó todo, se dedicó a los pobres a pesar de su familia y entonces llegó el milagro: sanaron los apestados de Piacenza.

Entonces, Roque oró para que Dios le librase de su enfermedad, y así pasó. Se dirigió a su tierra natal y pasó lo que ya sabemos. Error, cárcel, muerte, reconocimiento y entierro solemne, salvo que la leyenda incluye otros detalles: una intervención mariana, la confesión y comunión y un pergamino en el que Roque aclara quien es en verdad.

En 1485 las reliquias fueron trasladados desde Montpellier a Venecia, hecho que desplegó su culto por toda Europa, sobre todo gracias a los franciscanos, que le hicieron terciario de su orden. Las primeras representaciones del santo están en Nuremberg y Bingen, asimismo los primeros traslados de otras reliquias fueron a Amberes. Así que fueron los Países Bajos los que fomentaron más su culto. En los campos de Francia, el 16 de agosto se bendicen hierbas que mezclan con el forraje, para la protección del ganado. 

Es patrón contra la peste, el cólera y otras epidemias, y para el dolor en los pies, las rodillas y las piernas, la rabia, la peste y todo tipo de accidentes y llagas. También protege a presos, enfermos, hospitales, hospicios, médicos, cirujanos, farmacéuticos y sepultureros, peregrinos, agricultores, jardineros, vinateros, camineros, carpinteros,  fabricantes de fuegos artificiales, marinos y carreteros. También es patrono de las ciudades de Montpellier, Parma, Venecia y cientos de pueblos.

Su iconografía aunque variada, es abundante y perfectamente reconocible: viste de peregrino (bastón con calabaza, sombrero, esclavina con concha). Suele levantar la ropa con un bonito gesto, para mostrar las llagas, y casi siempre le acompaña el perro, que lleva el pan en la boca, y a veces un ángel. Su fiesta es el 16 de agosto, pero también aparece a 13 ó 18 del mismo mes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario