miércoles, 16 de septiembre de 2015

EVANGELIO...

Diálogo introductorio con Jesús
Señor, María, tu Santa Madre, me enseña con su manera de vivir, a ser dócil a tu Palabra. Ella se presenta como una servidora, como una que sale a ayudar a su prima Isabel, cuando esta la necesita. Así quiero ser yo, mi Señor y mi Dios, quiero ser uno que es dócil a tu Palabra y que sale de sí a servir a los hermanos que tanto necesitan de Ti. Gracias por darme la oportunidad de ver a María y de aprender de ella, gracias por su amor de Madre y por todas las bendiciones que a través de ella, nos has dado a nosotros lo que la amamos y la descubrimos como modelo de discípulo que Tú nos has llamado a tener. Gracias por todo lo bueno que me das, por ayudarme a ser cada día un mejor ser humanos. Hágase en mí según tu Palabra. Amén.
Evangelio del día: ¿Me resisto a la salvación que Dios quiere para mí?
San Lucas 7,31-35 (XXIV miércoles tiempo ordinario): ¿Con quién puedo comparar a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen?
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Del Santo Evangelio según San Lucas 7,31-35
El reproche de Jesús a los de su pueblo: En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ¿Con quién puedo comparar a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen? Se parecen a esos muchachos que están sentados en la plaza y se dicen entre ellos: "¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron!¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!" Porque llegó Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y ustedes dicen: "¡Ha perdido la cabeza!" Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "¡Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores!" Pero la Sabiduría ha sido reconocida como justa por todos sus hijos" Palabra del Señor
Reflexión del Papa Francisco
Toda la historia de la salvación. Así como han rechazado y asesinado a los profetas antes, porque resultaban incómodos, ahora hacen los mismo con Jesús. Es el drama de la resistencia a ser salvados, desatado por los jefes del pueblo.
Es precisamente la clase dirigente la que cierra las puertas al modo con el cual Dios quiere salvarnos. Y así se comprenden los diálogos fuertes de Jesús con la clase dirigente de su tiempo: pelean, lo ponen a prueba, le tienden trampas para ver si cae, porque está la resistencia a ser salvados.
Jesús les dice a ellos: "¡Pero yo no los entiendo! Ustedes son como aquellos niños: les hemos tocado la flauta y no han bailado; les hemos cantado un lamento y no han llorado. ¿Pero qué quieren?"; "¡Queremos hacer la nuestra: queremos hacer la salvación a nuestro modo!". Es siempre esta cerrazón al modo de Dios.
El pueblo creyente que comprende y acepta la salvación traída por Jesús. Salvación que, al contrario, para los jefes del pueblo, se reduce al cumplimiento de los 613 preceptos creados por su fiebre intelectual y teológica.
Ellos no creen en la misericordia ni en el perdón: creen en los sacrificios.Misericordia quiero y no sacrificios. Creen en todo organizado, bien organizado, todo claro. Éste es el drama de la resistencia a la salvación.
También nosotros, cada uno de nosotros tiene este drama dentro. Pero nos hará bien preguntarnos: ¿Cómo quiero ser salvado? ¿A modo mío? ¿A modo de una espiritualidad, que es buena, que me hace bien, pero que es fija, tiene todo claro y no hay riesgo? ¿O según el modo divino, es decir por el camino de Jesús, que siempre nos sorprende, que siempre nos abre las puertas a ese misterio de la Omnipotencia de Dios, que es la misericordia y el perdón?... ¿Yo me resisto a la salvación de Jesús?” (Homilía en Santa Marta, 03 de octubre de 2014)
Diálogo con Jesús
Dios de amor y de bondad, ven y apodérate de todo mi ser y lléname con la fuerza de tu amor. Quiero corresponderte cada día de mi vida como te mereces, pero me débil y agobiado por circunstancias que me hacen sentir que no avanzo. Estoy convencido de que Tú me hiciste por amor y para el amor, y por ese mismo amor, no me desampararás ni dejarás que los encantos y fascinaciones de este mundo, terminen por dominar mi vida, llevándome por caminos desolados y sin sentidos. Tú, que te mostraste cercano a los pecadores, ven y acércate a mí, adéntrate en mi alma y agudízala de forma tal que pueda ser un vivo reflejo de tu compasión y de tu humildad. Dame la valentía de vivir la fe con mis palabras y acciones. Hazme ver mis incoherencias, mis deseos mundanos, para que pueda yo despreciarlos y permitir que la fuerza de tu amor, venga a hacer morada en mi corazón, que lo encuentre limpio y dispuesto a hacer tu voluntad, y esto sólo puede ser posible con tu ayuda, con tu poder, con la gracia y la divinidad de tu Santo Nombre. Amén
Propósito para hoy: 
Esforzarme un poco más para que mis conversaciones estén dispuestas con pureza de intención, hablando siempre bien del prójimo.
Reflexionemos juntos esta frase:
Toda comunidad cristiana debería ser un hogar acogedor para cuantos buscan a Dios o necesitan un hermano que los escuche. (Papa Francisco)

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