jueves, 21 de mayo de 2015

Esperamos con María, el don del Espíritu Santo

  PENTECOSTES es momento de gracia para los cristianos. La primera Comunidad, gracias a la fuerza del Espíritu Santo, pudo salir de su encierro y proclamar a todo   el  mundo   la  Buena Nueva de la presencia de Cristo entre nosotros. Con los Apóstoles estaba María, la Madre de Jesús y Madre nuestra. Con ella queremos nosotros recordar y celebrar juntos la venida del Espíritu Santo.  
    
Se nos invita a realizar esta celebración en la proximidad de Pentecostés. El texto puede reducirse. Se preparan siete velas (o lamparillas) que lleven inscritos —en papel pegado sobre la cera— los siete dones del Espíritu Santo. Están en torno a una imagen de María o bien a un cuadro que represente la venida del Espíritu en Pentecostés.

1. INTRODUCCIÓN AMBIENTAL 

En Pentecostés estuvo presente María, en torno a los apóstoles, esperando la llegada del Espíritu. Hoy también nuestra familia se sitúa en torno a ella. Nos adherimos a su Corazón orante y expectante, para dejar que nos invada el ardiente viento del Espíritu del Señor.
Nosotros seguimos esperando al Señor. Absurda y torpemente quizá. Pero apasionadamente. No es un sueño. Ni un ideal imposible. Y es que sabemos que la única llama que queda en nuestro hogar, que ese rescoldo de fe batida por los vientos, certifica aún hoy cuánto le necesitamos. Allá, en el fondo de nuestros corazones se sigue alzando el gran grito de la esperanza de los primeros cristianos: "Ven, Señor".

Porque sabemos que vendrá, está viniendo. O quizá que no se ha ido. Está detrás del velo de nuestra ciega mediocridad. Quizás basten solo unos centímetros de fe para comprobar que El está con nosotros., y nos hace descubrir que, a fin de cuentas, solo hay un problema: saber hasta qué punto amamos a Jesús y estamos dispuestos a acogerle entre nosotros y a seguirle. (Silencio breve).

2. ORACIÓN INICIAL

Señor, Dios, que prometiste derramar el Espíritu de los últimos tiempos, míranos reu-nidos con María, la mujer del corazón lleno de confianza, en espera ardiente de su venida. Abre nuestros corazones a su acción para que fructifiquen en nosotros sus siete dones. Permite que nos transformen en familia nueva guiada por la ley del Espíritu.

Ven Espíritu Santo. Ven sobre nosotros, ven entre nosotros, ven dentro de nosotros. Haz que vivamos de tu vida, que caminemos a tu ritmo. Ven, Espíritu de Unidad, a nuestra familia y al mundo entero. Te esperamos. Nos abrimos a tu presencia, a tu vida que es la vida de Dios, al amor; a la paz.

Todos: VEN, ESPÍRITU SANTO.

Ven, Espíritu Santo, quedan altos muros que han de ser derribados; aún no sabemos hablar lenguas que todos entiendan. Hay demasiadas violencias estúpidas que nos enfrentan y dividen. Y demasiadas mentiras que nos congelan en el hielo de la desconfianza.

Todos: VEN, ESPÍRITU SANTO.

Ven, Espíritu Santo, porque no vivimos como hermanos. No conocemos, a veces, ni el nombre del que tenemos a nuestro lado; seguimos soñando ser "torres" que nos hagan superiores y maltratamos y pisoteamos con palabras y silencios.

Todos: VEN, ESPÍRITU SANTO.

Ven Espíritu Santo para enseñamos a orar juntos y saber decir bien "Jesús"; para enseñamos a proclamar su testimonio con la Palabra, con la vida y con el dolor, y para grabar en nosotros su imagen provocadora y atractiva. Haznos arder en tu fuego para ser testigos creíbles y audaces del Evangelio. 

Todos: VEN, ESPÍRITU SANTO.

Ven Espíritu Santo: sé nuestro mejor perfume, nuestra alegría secreta, nuestra fuente inagotable de luz, nuestro sol y nuestra hoguera, nuestro aliento y nuestro viento, nuestro huésped y consejero. Ven, Espíritu Santo, amigo, Ven, Espíritu Santo.

(Silencio con fondo musical).

3. LECTURA: HECHOS 1,14.2,1-4

" Todos los discípulos perseveraban en la oración con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos... Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente un ruido del cielo, como de viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban, y vieron aparecer unas lenguas como de niego que se repartían posándose encima de cada uno. Se llenaron de Espíritu Santo y empezaron a hablar en diferentes lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse".

4. MEDITACIÓN: DERRAMA, SEÑOR, TU ESPÍRITU

(Antes de que un lector vaya haciendo las invocaciones a cada don del Espíritu, se van encendiendo sucesivamente cada una de las velas que llevan la inscripción del don correspondiente).

SABIDURÍA (se enciende la vela correspondiente).

Derrama, Señor, tu Espíritu de sabiduría que nos haga experimentar la belleza que envuelve todas las cosas, saboreándolas en nuestro interior. Que nos lleve a mirar la vida como si viéramos con los ojos luminosos de María, para comprender el buen sentido de las cosas. (Momento de silencio).
Pidamos con María el don de la Sabiduría cuando... (Se añaden peticiones espontáneas con este encabezamiento).

AMOR (se enciende la vela correspondiente)

Derrama, Señor, tu Espíritu que nos enseñe el arte de amar al estilo de Jesús. Pon fuego en nuestros corazones que nos mueva a entender la vida como servicio discreto y silencioso, cordial y cariñoso como supo hacer magistralmente María. Enséñanos a construir los caminos que hacen que los hombres tengan un solo corazón y destruyan las barreras que los dividen. (Momento de silencio).

Pidamos con María que nos conceda el don del Amor para amar y servir a... (Tiempo para intervenciones espontáneas).

FORTALEZA (se enciende la vela correspondiente)

Derrama, Señor, tu Espíritu de fortaleza que nos haga superar todas las dificultades, eludir todos los peligros, resistir cualquier ataque. Que, como a María en Cana, nos mueva a tomar iniciativas atrevidas por los otros; a llegar hasta el calvario y permanecer junto a tu cruz; a perseverar en la oración, en la fe, en la espera... (Momento de silencio).

Pidamos con María el don de ser fuertes cuando... (Dejar tiempo para que los asistentes invoquen en voz alta a Dios)

CONSEJO (se enciende la vela correspondiente)

Derrama, Señor, tu Espíritu de consejo, que nos haga a la vez prudentes para distinguir el bien del mal y audaces para tomar sabias determinaciones, para saber consolar, conversar, callar, acompañar, iluminar, sonreír., a los otros. Enciende su luz brillante en nuestra vida y así derramemos sobre los demás, como María, el suave bálsamo curativo del Evangelio. (Momento de silencio).

Pidamos con María el don de consolar a... (Se van añadiendo espontáneamente personas y situaciones a quienes podemos consolar)

CONTEMPLACIÓN-PIEDAD (se enciende la vela correspondiente)

Derrama, Señor, entre nosotros el Espíritu que nos hace contemplar el rostro de Dios. Que descienda y anide en nosotros y nos convierta en orantes. Personas que, como María, escuchan, acogen y viven la Palabra de Dios; que descubren la voz y la presencia del Señor en el mundo, que la meditan con el corazón y que transforman la propia vida en vida de Dios. Que tu Espíritu nos transfigure. (Momento de silencio).

Pidamos con María el don de orar, sobre todo cuando... (Se añaden ocasiones y motivos de oración)

AUDACIA (se enciende la vela correspondiente)

Derrama, Señor, entre nosotros tu Espíritu de audacia que nos dé fuerza y valentía para anunciar el Evangelio sin miedos, ni complejos. El Espíritu que nos libre de la cobardía y nos transforme en testigos arriesgados y audaces para repetir con María a todos: "Haced lo que Él os diga". Danos, Señor, este don tan apostólico y misionero. (Momento de silencio). 

Pidamos con María la audacia evangélica para. .. (Se indican espontáneamente compromisos en los que necesitamos esa valentía para ser creyentes)

MISERICORDIA (se enciende la vela correspondiente)

Derrama, señor, tu Espíritu de misericordia y de paz que nos haga percibir los latidos del perdón y de la cercanía amorosa de Dios. Que, al sentirnos amados y perdonados por El, le imitemos siendo cercanos, solidarios, comprensivos, condescendientes, tolerantes, misericordiosos,... con todos. Otórganos abundancia de ese buen Espíritu que nos serene y transforme en bienaventurados. (Momento de silencio).

Pidamos con María ser misericordiosos sobre todo cuando... (Añadimos ocasiones concretas en las que vivir esta bienaventuranza)

PADRE NUESTRO: Terminemos nuestras oraciones rezando toda la familia junta un lento Padrenuestro. Mantenemos las palmas de las manos levantadas en alto hacia arriba en actitud de acogida del Espíritu en sus dones.

5. ORACIÓN FINAL

Espíritu Santo, Tú nos cambias por dentro y nos ayudas a vencer las dificultades. Espíritu Santo, Tú nos ayudas a entender mejor las palabras de Jesús y nos haces parecemos a Él. Espíritu Santo, Tú nos ayudas a hablar de Jesús, a pedir para que pronto le conozcan en todo el mundo. TU ESTÁS CON NOSOTROS. ¡GRACIAS!

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