Lecturas para este día: Hechos 20: 28-38. Juan 17: 11-19.
¨Que sean uno, como nosotros¨. Juan 17: 11-19.
Jesús pide al Padre por sus discípulos: Para que no se pierdan, sean uno, tengan alegría, sean preservados del mal y santificados en la verdad. Fortalecidos por estos dones del Padre, podrán ser enviados. Mientras meditas piensa si nuestros ¨envíos¨ de hoy van acompañados por los dones que Jesús pide al Padre; es decir, por la unidad, por la alegría, por la verdad…
Don Amador tenía ocho hijos y una casa grande. Cada uno tenía su habitación y un pedazo de tierra para cultivar. Al parecer, todos respetaban y veneraban al padre, hombre honesto y trabajador. Siempre que llegaban del trabajo o de un paseo, no dejaban de traer un regalito para sus padres. Antes de acostarse todos los hijos pedían su bendición. Tenían abundancia y prosperidad. Muchas cabezas de ganado poblaban la hacienda; los graneros estaban abarrotados de víveres. Sin embargo, cosa rara: El padre siempre estaba triste. ¿Qué faltaba para completar la felicidad de aquella familia?. Un día el anciano padre reunió a todos sus hijos y les dijo: Yo les daría todo el dinero que tengo, todas las tierras y todos los rebaños, y solamente quisiera una cosa: Que ustedes estuviesen unidos. Estoy triste porque los veo desunidos y con intrigas. Ustedes hacen lo posible por tratarme bien, pero entre ustedes falta el amor, hay muchos celos y deseos de venganza. Así nunca seré feliz. Asi nunca seremos felices. A mí, como padre no me gusta ver a mis hijos peleando.
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