martes, 27 de diciembre de 2016

Fiesta de San Juan, apóstol y evangelista 
Leccionario: 697

Lectura 11 JN 1: 1-4

Amado: 
Lo que existía desde el principio, 
lo que hemos oído, 
lo que hemos visto con nuestros ojos, 
lo que contemplamos 
y tocaron nuestras manos 
acerca de la Palabra de vida 
para la vida se hizo visible; 
hemos visto y damos testimonio de ella 
y os anunciamos la vida eterna 
que estaba con el Padre y se hizo visible para nosotros- 
lo que hemos visto y oído 
, os lo anunciamos a vosotros, 
para que también vosotros estéis en comunión con nosotros; 
nosotros estamos en comunión con el Padre 
y con su Hijo, Jesucristo. 
Os escribimos esto para que nuestro gozo sea completo.

Salmo ResponsorialSAL 97, 1-2, 5-6, 11-12

R. (12) Regocijaos en el Señor, que acaba! 
El Señor es rey; dejar que la tierra goza, 
permiten las muchas islas se alegren. 
Nube y oscuridad alrededor de él, 
la justicia y juicio son el asiento de su trono. 
R. Alegraos en el Señor, que acaba! 
Las montañas se derriten como cera delante de Jehová, 
delante del Señor de toda la tierra. 
Los cielos anunciaron su justicia, 
y todos los pueblos contemplan su gloria. 
R. Alegraos en el Señor, que acaba! 
Luz resplandece para el justo; 
y alegría, para los rectos de corazón. 
Alégrense en el Señor, que acaba, 
y da gracias a su santo nombre. 
R. Alegraos en el Señor, que acaba!

Aleluya - Ver Tedeum

R. Aleluya, aleluya. 
Te alabamos, oh Dios, 
te reconocemos como Señor; 
el glorioso coro de los apóstoles te alabamos. 
R. Aleluya, aleluya.

EvangelioJN 20: 1A Y 2-8

En el primer día de la semana, 
María Magdalena corrió y fue a Simón Pedro 
y al otro discípulo a quien Jesús amaba, y les dijo: 
"Se han llevado al Señor del sepulcro, 
y no sabemos dónde lo han puesto". 
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. 
Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro 
y llegó primero al sepulcro; 
se inclinó y vio las vendas en el suelo, pero no entró. 
Llegó también Simón Pedro tras él, 
entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo, 
y el sudario que había cubierto la cabeza, 
no con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. 
Entonces el otro discípulo entró también, 
el que había llegado primero al sepulcro, 
y vio y creyó.

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