Santa Clara, al igual que San Francisco, nació en Asis (Italia), en 1193.
Procedente de una familia noble y rica, decidió renunciar a las riquezas y dedicar su vida a la oración, pobreza y penitencia, siguiendo los preceptos de la orden franciscana.
Santa Clara pasó a ser un importante miembro de la comunidad seráfica, en la cual se inspiraría, convirtiéndose en cofundadora junto a San Francisco de la Orden de las Clarisas.
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En el lienzo aparece representada con una custodia entre sus manos, evocando lo sucedido en la localidad italiana de Asís en el año 1241, cuando los sarracenos asediaron la ciudad. En el momento en que las tropas intentaron entrar al convento, las asustadas monjas se escondieron a rezar, y Santa Clara, que era muy devota del Santísimo Sacramento, tomó la Custodia con la hostia consagrada y se enfrentó a los asaltantes, quienes despavoridos, huyeron desistiendo del ataque.
En otra ocasión en que los enemigos sitiaron la ciudad de Asís, Santa Clara y sus monjas oraron con fe ante el Santísimo Sacramento y los atacantes se retiraron.
En la Basílica gótica de Santa Clara, enclavada en la localidad de Asís, se encuentra su cuerpo incorrupto y muchas de sus reliquias. El nombre de Clara, significa “vida transparente”. Su festividad se celebra el 11 de agosto.
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La obra ofrece un retrato de Santa Clara con el hábito característico. Sostiene en el lado una custodia con la Sagrada Forma irradiante de luz, convirtiéndose en uno de los puntos focales donde se dirige la mirada, al igual que al rostro de la santa, también muy luminoso. Apoyado en el brazo izquierdo, el báculo de abadesa corrobora la autoridad que toda la imagen desprende.
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