miércoles, 24 de junio de 2015

CONOZCAMOS A DIOS....

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Conozcamos a Dios

Conozcamos a Dios porque no lo conocemos. No sabemos que Dios es bueno y que de Él no puede venirnos ningún mal.
Sucede que las mismas Sagradas Escrituras tienen una forma de hablar que dan a entender que Dios hace tanto el bien como el mal, que de Dios viene lo bueno y lo malo. Pero es sólo un lenguaje, como el que también utilizan a veces los santos, como el último texto que he enviado en que San Claudio de la Colombiere nos decía que todo viene de Dios, y que si sufrimos algún mal, el Señor es su autor. Pero este es un lenguaje, que si no lo sabemos comprender, nos puede llevar a creer que Dios es malo, a rebelarnos ante el dolor, el sufrimiento y los reveses de la vida, e incluso a odiar y maldecir a Dios.
Por eso hay que aclarar que el mal nunca viene de Dios, sino del Maligno, del pecado y de los hombres malvados. Dios a veces lo permite pero no es el causante, porque el mal es una imperfección, y Dios no puede tener defectos ni puede querer positivamente el mal.
Algunos dicen que no se puede responder la pregunta que muchos hacen de que: “Si Dios es tan bueno, ¿por qué permite tanto mal?”.
Por supuesto que esto es un misterio, pero algo podemos atisbar de él, ya que Dios no ha querido coartar la libertad del demonio, cosa que éste podría aducir en el día final, quejándose de que no tuvo libertad suficiente para actuar. Dios ha querido dejarle libertad al Maligno, y proteger de sus ataques a quienes se refugian en la oración y los sacramentos. Y así el diablo no tendrá la excusa de que no pudo hacer lo que quería.
Hay que recordar también que el mundo es de los malos, y el Cielo es de los buenos, por ello es que Cristo pide al Padre que no saque a los discípulos del mundo, sino que los preserve del Maligno.
Entonces tengamos bien en claro que cuando sufrimos algo, sea lo que fuere, NO ES DIOS EL CAUSANTE DE ELLO, sino que el causante es el demonio. Jesús demostró eso cuando iba curando, sanando, liberando y haciendo milagros en toda su vida pública. Y el apóstol lo dice claramente, que Cristo pasó haciendo el bien y liberando a quienes habían caído en poder del demonio.
Es necesario que entendamos esta verdad, porque es de capital importancia, para no echar la culpa a Dios de nuestros sufrimientos y desgracias.
Invoquemos siempre a Dios, a sus ángeles y a sus santos, para que nos defiendan de los ataques astutos del Infierno.
Y recordemos que todos los males que nos hacen el diablo y sus satélites, los podemos cambiar en bienes, con la ayuda de Dios, y nuestra buena voluntad.
CO

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