miércoles, 10 de junio de 2015

Acto de Adoración y de Reparación al Sagrado Corazón de Jesús
II. Reparamos, Señor.



se-mi-compania

Jesús, sé que estáis frente a mí. Sé que vuestra mirada penetra mi corazón. Corazón que es escrutado. Corazón que es interpelado. Corazón que es amado.


Jesús, sé que estáis frente a mí uniendo cada parte fragmentada de mi corazón, sanando cada herida, llenado sus vacios con vuestro suave oleaje, con vuestros dulces susurros.


Cómo son los hombres de estultos, al no reconoceros en la simpleza del Pan Eucarístico.


Cómo son los hombres de duro corazón, al no creer en vuestra intención de amor.


Jesús, sé que estáis frente a mí cubriéndome con vuestros besos y con vuestros abrazos.


Dejadme, amado mío, limpiar las heridas de Vuestro Corazón con el ungüento sanador de mi oración.


Dejadme, amado mío, romper con vuestra soledad; he llegado a Vuestro Trono de amor: para amaros por los que no os aman, para adoraros por los que no os adoran y para glorificaros por los que no os glorifican.


Dejadme, amado mío, postrarme a vuestros pies para rendiros el tributo que como Dios os merecéis, para rendiros el mismo homenaje que vuestros Santos Ángeles os tributan en el Cielo.


Dejadme, amado mío, hablaros de corazón a corazón, utilizando un lenguaje de enamorados; enamorados que no necesitan expresar palabras para manifestar sus sentimientos, porque las miradas bastan.


Dulce Ruiseñor, que sois melodía para mis oídos: Reparo por la frialdad y la dureza de corazón, con que muchos de vuestros hijos vienen a visitaros.


Perdonadles por sus extravíos; perdonadles por su ignorancia; aún no os conocen.


Perdonadles porque, aún, no se han dejado seducir oír vuestro amor.


Perdonadles porque, aún, no se han abierto a escuchar vuestra voz; voz que resuena en sus corazones, pero el ruido interior impide que perciban vuestro dulce eco. Permitidme encanto Divino, tomar las pulsaciones de Vuestro Sagrado Corazón y hacerlas mías, de tal modo, que mi pobre corazón quede unido al vuestro y repare todo el desamor que recibís diariamente, de cada uno, de vuestros hijos.

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